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Verdaderamente yo no soy un experto en felicidad ni me considero nadie con especial autoridad para dar consejos sobre algo que debería ser nuestro objetivo irrenunciable día a día y que, sin embargo, pasamos por alto a veces con obcecada terquedad. Con frecuencia muchos seres humanos olvidan que sea cual sea la razón de nuestra existencia, cada uno tiene sus personales opiniones, nadie debería nunca renunciar a la búsqueda de la felicidad. Pero, ¿existe una receta universal que permita disfrutar a cualquier ser humano de tan placentera experiencia? La respuesta es obvia, no, rotundamente no. Es más, por desgracia, muchos seres humanos desde que nacen, o en alguna fase de su vida, no sólo desconocen que es la felicidad, sino que por ende les toca, ha tocado, o les tocará, en algún momento de su vida o en toda ella, sufrir un auténtico infierno sin escapatoria posible. Las causas de ello son múltiples y están al alcance de cualquiera.
Aunque existen unas pautas generales, la felicidad es un traje a medida que se ha moldear a “la medida” de cada cual. Y lo que parece fuera de toda discusión es que existe un potente vínculo entre la felicidad y las elecciones que vamos tomando a lo largo de la vida. Las investigaciones en este campo demuestran que «las actitudes hacia la felicidad son altamente moldeables y, de hecho, fácilmente influenciables».
¿Qué pensaban los filósofos griegos
Hoy en día los griegos no pasan por los mejores momentos de su historia y su influencia en el mundo es apenas irrelevante. Aunque haya que quitarse el sombrero ante la belleza inigualable de sus costas e islas, por citar sólo algunas: Oia (Santorini), Acrópolis (Atenas), Templo de Poseidón (Atenas), Meteora, Isla de Creta, Oráculo de Delfos, Thira (Santorini), Mikonos, Templo de Artemisa (Corfú)… y, por supuesto, y el encanto de mucho de sus rincones del interior y de sus monumentos por todos conocidos. Por cierto, alguno de nosotros seríamos completamente felices viviendo en alguno de sus parajes, aunque fuera “tirando” con sólo unos poquillos dracmas al mes.
Decía que hoy en día la influencia de los griegos en el devenir del mundo es minúscula, pero en el pasado sus filósofos, matemáticos y artistas con una inspiración y sabiduría inconmensurables surgida de mentes prodigiosas entrenadas en la reflexión y en la observación sentaron las bases de nuestra cultura, de la democracia, en definitiva, de nuestra sociedad. Y muy especialmente, sin apenas medios o recursos de ningún tipo, respondieron a muchas preguntas trascendentales. Preguntas que hoy casi nadie se hace, estamos tan dirigidos, pero que dan explicaciones plausibles al origen y razón de nuestra existencia y de nuestra naturaleza. Y entre las preguntas que nuestros antecesores los griegos se hacían estaba la que atañe a la felicidad. He aquí lo que opinaban nuestros sabios antecesores.
Para Sócrates, uno de los más grandes pensadores antiguos, la felicidad no proviene de recompensas o elogios externos. Viene del éxito privado, interno que la gente se concede a sí mismo.
Al reducir nuestras necesidades, podemos aprender a apreciar los placeres más simples.
«El hombre que hace todo lo que lleva a la felicidad depende de sí mismo, y no de otros hombres, y ha adoptado el mejor plan para vivir felizmente» – Platón.
No es ninguna sorpresa que Platón, el estudiante de Sócrates, defina la felicidad como su maestro.
La versión de Platón de la felicidad es una forma de crecimiento personal. Está derivando la satisfacción de los logros – correr un kilómetro más rápido, leer más libros que el año pasado – no por lo que se pueda ganar con esos logros sino por el propio crecimiento personal.
«La felicidad depende de nosotros mismos» – Aristóteles. El mensaje llegó a Aristóteles, la idea de felicidad se había consolidado en algo que cultivamos por nuestra cuenta. No es un regalo que otras personas o cosas nos dan, en otras palabras: es algo que creamos desde dentro y tenemos la responsabilidad de protegerlo.
«Las bendiciones más grandes de la humanidad están dentro de nosotros y están a nuestro alcance.» El sabio está contento con su suerte, cualquiera que sea, sin desear lo que no tiene «- Séneca.
Los griegos llamaban Hedonismo a una doctrina filosófica centrada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor. Mientras que, el Estoicismo, reflejaba una corriente casi opuesta en la que se debía prescindir de lo superfluo y llevar una vida basada en la razón y la moral. En la actualidad, decimos que una persona estoica es alguien que lleva las desgracias con resignación.
Buscamos incesantemente el hedonismo, es decir, la felicidad, el placer… pero nos regodeamos en el estoicismo como arma psicológica que nos protege del fracaso de no conseguir ese estado hedonista tan anhelado.
¿Qué pensaban otros filósofos?
El punto de vista de los filósofos griegos es sin duda interesante, pero con cierto sesgo moral o ético. No está de más, sin embargo, que conozcamos la opinión de otros pensadores a lo largo de la historia.
«Si estás deprimido estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso estás viviendo en el futuro. Si estás en paz vives en el presente» – Lao Tzu, 600 aC en China.
«Cuanto más medita el hombre sobre los buenos pensamientos, mejor será su mundo y el mundo en general» – Confucio, vivió en China alrededor de 500 aC.
“He aprendido a buscar mi felicidad limitando mis deseos, en lugar de intentar satisfacerlos» – John Stuart Mill, nacido en 1806.
«La felicidad es la sensación de que el poder aumenta – que la resistencia se está superando» – Friedrich Nietzsche, filósofo del siglo XIX.
“La vida no es un problema que hay que resolver, sino una realidad que hay que experimentar» – Soren Kierkegaard, filósofo del siglo XIX.
«La felicidad es como una mariposa, cuanto más la persigues, más te eludirá, pero si vuelves tu atención a otras cosas, vendrá y se sentará suavemente sobre tu hombro» – Henry David Thoreau, nacido en 1817 en Massachusetts.
Mi punto de vista.
Me encanta no ser políticamente correcto, me encanta tocar las narices, me encanta, en definitiva, decir lo que pienso, eso me hace feliz. Por ello, y con todo el respeto del mundo, voy a expresar lo que para mí es la felicidad y no lo voy a decir con dos palabras pues para mí la felicidad es un cóctel elaborado con muchos componentes. Ahí voy…
En primer lugar, ser feliz es una sensación, una sensación intensa de paz, de salud, de alegría, de emborracharse de un aire purísimo. Una sensación de sentir que tienes todo lo que necesitas, que se acabaron todos los problemas y de que nunca más llegará ni la noche ni las negras nubes. Ser feliz es sentir que todo es mágico, inesperado, posible y hermoso. Ser feliz es amar. Amar y soñar. Soñar, anhelar y volver a soñar. Ser feliz es que tu alma vuele hasta el infinito. Ser feliz es, como decía Jesús (con perdón), amar a Dios y a los demás como a uno mismo. Amar a Dios, es decir: el Creador, la Naturaleza, el Bien, el Amor, la Bondad… ¿No estás de acuerdo? ¡Vaya! ¡Qué tristeza! Tú quizás prefieres quedarte con tus dioses: dios-dinero, dios-casa hipotecada, dios-placer, dios-ambición, dios-poder y… lo peor de lo peor: dios-política. Y mil dioses más… Pues muy bien, respeto tu elección, pero sé entonces que tú no conoces la felicidad y, lo peor, que por ese camino nunca la conocerás.
Esto te vendrá bien.
Lisa Cypers Kamen, entrenadora, internacionalmente conocida, de psicología positiva aplicada, especialista en gestión del estilo de vida, propone las claves de un sistema innovador para cultivar el bienestar sostenible y la felicidad en nuestras vidas desde adentro hacia afuera. Las técnicas de Lisa combinan entrenamiento mental, emocional y espiritual para aumentar la elasticidad, el autocontrol y la vida óptima.
Sus consejos, claves y ejercicios impulsan lo que ella llama «Factor de la Felicidad» a nuevos niveles y muestran cómo aprovechar la alegría y la paz que te mereces.
- Acepta el pasado por lo que es -un punto de referencia-, no un destino
- Abraza la verdad de que mientras la vida es dura, puedes ser feliz
- Transforma tu relación consigo mismo de enemigo a aliado
- Aprecia por qué menos es a menudo más
- Concéntrate en lo que está bien en tu vida, no en lo que está mal
- Controla a la única persona que puedes, tú mismo.
- Invierte en ti mismo para volverte mentalmente, físicamente, emocionalmente y espiritualmente mejor
- Utiliza tu alegría recién descubierta para convertirte en una influencia más positiva y productiva en tu alrededor.
No puedo terminar este artículo sin manifestar que en mi opinión para ser feliz es imprescindible ser honesto, ponerse en el lugar del otro y no engañarse a sí mismo (la mejor manera para ser un infeliz toda la vida). Trata de ser auténtico no dejándote manipular por nadie ni por nada… Ah… y un poco de tolerancia y de buena educación tampoco viene mal.
Qué seas muy feliz!